Jarameno, número 72 y colorado de capa, le tocó en suerte a Villita el día de su alternativa. Cuatreño de preciosas hechuras, le costó entrar al capote, dejándole un par de verónicas que cerró con una ajustada media el toricantano. Sin codicia se empleó en el único puyazo de castigo. Sentido fue el doctorado a manos del Cid, con Perera de testigo. Brindó a sus padres y se puso a diestras, ligando un par de series de transmisión ante un astado que embestía con clase. Brusca era su embestida por el izquierdo, sin ligazón y pegando el tornillazo en la salida de cada muletazo. Volvió al derecho, donde el astado de la familia Lozano sí seguía la tela con codicia, con una enclasada embestida que le permitió a Villita gustarse. Algo tendida cayó la espada, pero de efecto inmediato, que le sirvió para desorejarle

En sexto lugar salió Herrero, número 129 y negro de capa. Se estiró con elegancia Villita a la veronica, dejando un bonito saludo capotero que fue ovacionado. No se dejó pegar en el tercio de varas. Tras brindar en los medios, se puso a diestras, intentando ligar muletazos ante un parado toro que le costaba moverse con clase. Por el izquierdo evidenció las mismas carencias, faltó de clase y transmisión, aunque el toricantano cejó en su empeño de robarle alguno de calidad, a base de buena colocación y tirando de él. Estocada tras pinchazo. Oreja. Texto y foto. Cultoro.